A diferencia de otros primates, los humanos no utilizamos las manos como medio habitual para caminar. La forma de nuestras manos está adaptada para realizar otras tareas. Nuestras muñecas y pulgares son muy móviles y son especialmente adecuados para hacer herramientas.
Dependemos solo de nuestras piernas para caminar y correr. Por ello, nuestras piernas son relativamente más largas que nuestros brazos. Otros primates, como los hilobátidos, dependen de sus brazos para moverse y tienen piernas mucho más cortas que los brazos.
Nuestros huesos de las piernas están adaptados para caminar erguidos en dos pies. El hueso del muslo, o fémur, está inclinado hacia adentro. Este ángulo hace que las rodillas estén más próximas una de otra y se coloquen justo debajo de la parte superior del cuerpo. Esto hace que podamos mantener la estabilidad en dos piernas.
El pie humano también está adaptado para caminar usando solo las piernas. La mayoría de los primates tienen un dedo gordo que está muy lejos de los otros dedos. Por el contrario, el dedo gordo en los humanos está alineado con el resto de dedos del pie. Su posición y su gran tamaño nos permiten usar los cinco dedos del pie para empujar el suelo cuando caminamos.
Nuestras extremidades inferiores están particularmente adaptadas para caminar erguidos sobre dos pies. El ángulo interno de cada fémur (izquierdo y derecho) nos permite equilibrarnos mejor.
Imagen de Jecowa.