Darwin y la Antropología Evolutiva

La antropología está profundamente relacionada con las teorías de Charles Darwin sobre la evolución humana. En El orígen de las especies, Darwin evitó discutir un tema fundamental: las implicaciones de su teoría para la historia evolutiva de nuestra propia especie. Solo menciona el tema brevemente al final de su libro escribiendo ‘Se darán luces sobre el origen del hombre y su historia’. Doce años más tarde, en 1871, publicó El origen del hombre, en donde aplicó su teoría evolutiva a los orígenes humanos.

En El origen del hombre, Darwin argumentó que la evolución de la bipedestación (caminar erguido usando solo las piernas) liberó a los humanos del uso de las manos en la locomoción. Este importante evento dio como resultado un esquema de causa-efecto para la evolución de características humanas clave, como el poseer dientes caninos pequeños, cerebros grandes y la fabricación de herramientas.

Cuando se publicó por primera vez El origen del hombre, el registro de fósiles humanos era escaso; solo constaba de algunos fósiles de neandertales en Europa. En este libro, Darwin planteó un escenario evolutivo para dar cuenta de las diferencias que él y otros estudiosos observaban entre los simios y los humanos. Sin embargo, la falta de registros fósiles imposibilitaba conocer con certeza la secuencia evolutiva de los rasgos humanos. Las pruebas tangibles que sustentarían el escenario de Darwin sobre los orígenes humanos llegarían mucho más tarde con el descubrimiento de nuevos fósiles en África y otras partes del mundo. Usando los fósiles que tenemos ahora, podemos deducir que la reducción del tamaño de los caninos apareció aproximadamente al mismo tiempo que la locomoción bípeda (aprenda más sobre los caninos aquí).

Por otro lado, el cerebro aumentó su tamaño hacia los estándares observados en humanos modernos mucho más tarde (lea más sobre cuándo aumentó el tamaño del cerebro aquí). Aunque nuevos descubrimientos sugieren que la fabricación de herramientas de piedra se remonta a la época de Lucy (3.2-3.5 años de antigüedad), parecería que los primeros bípedos evolucionaron mucho antes que las herramientas de piedra (aprenda más sobre las herramientas de piedra aquí).

Si bien algunas de las ideas de Darwin sobre la evolución de las características humanas no estaban respaldadas por evidencia concreta del registro fósil, sus argumentos fundamentales siguen siendo válidos. Darwin pensó que los humanos y los simios compartían un ancestro común en el pasado geológico. Dado que los grandes simios africanos son muy similares a los humanos, Darwin predijo, correctamente, que nuestros antepasados evolucionaron primero en África. Ahora no solo sabemos que nuestros primeros ancestros evolucionaron en África, sino también que ese es el caso de nuestra propia especie, Homo sapiens. Esto fue establecido por estudios genéticos mucho después de la muerte de Darwin (más información), y está confirmado por recientes descubrimientos arqueológicos y de fósiles.