Estás viendo televisión mientras comes un bocadillo. Mueves el bocadillo de carne seca al otro lado de tu boca. Ya han pasado tres minutos y sigues en la misma pieza. Tu mandíbula se está cansando. Es posible que no sea la primera vez que comes una pieza de carne realmente dura. Probablemente, la experiencia anterior no solo hizo que te dieras cuenta de que la carne estaba muy cocida, sino que también te dio una valiosa lección. Te diste cuenta de que nuestras mandíbulas no están adaptadas para masticar por tiempos largos.
Muchos de nosotros comemos demasiado rápido. Algunos animales, como los gorilas, pasan varias horas al día masticando pues deben procesar alimentos duros y resistentes, como corteza, raíces, tallos y hojas. Por ello, los gorilas tienen mandíbulas grandes y músculos masticadores robustos. Los humanos, en cambio, tenemos mandíbulas pequeñas y músculos masticadores poco desarrollados. El grosor y tamaño del hueso está ligado al nivel de estrés, fuerza y tensión que debe soportar el mismo. Es así como los científicos usan diferentes características de los huesos para descubrir cómo un animal extinto usó sus músculos. Una mandíbula grande y gruesa sugiere que un animal comía alimentos que eran difíciles de procesar.
Si comparamos con otros mamíferos, vemos que los humanos tenemos cerebros muy grandes en relación con nuestro tamaño corporal. Sin embargo, los cerebros grandes requieren mucha energía. Pero si nuestros músculos masticatorios son poco desarrollados ¿cómo obtenemos la nutrición suficiente para nuestro tamaño de cerebro? Para obtener nutrientes adicionales cocinamos nuestra comida. Cocinar ayuda a que los alimentos sean más suaves y fáciles de comer. Para cocinar los alimentos, nuestros antepasados distantes tuvieron que aprender a usar el fuego. Los primeros pozos de fuego, o fogones, de los que se tiene conocimiento datan de aproximadamente 800,000 años atrás. Se cree que estos fogones fueron hechos por el Homo erectus, un antepasado humano primitivo.
Homo erectus fue también la primera especie de hominino en parecerse más a los humanos modernos (Homo sapiens). Si comparamos con otros homininos más tempranos, Homo erectus tenía, al igual que nosotros los Homo sapiens, piernas más largas, cerebros más grandes y dientes y músculos masticadores más pequeños. Antes de Homo erectus, nuestros antepasados homininos tenían cerebros pequeños, dientes grandes y músculos masticadores desarrollados ¿Qué causó estos cambios? La capacidad de cocinar alimentos puede haber sido en parte responsable. La comida cocida es más fácil de comer. Esto hizo que ya no fuese necesario tener dientes, mandíbulas y músculos masticatorios grandes. Además, los alimentos cocidos le permiten al cuerpo obtener energía y nutrientes más rápidamente, lo cual ayuda a su vez a alimentar un cerebro más grande. Homo erectus fue el primer antepasado humano en tener dientes pequeños y cerebros grandes, y en usar fuego. Esto significa que Homo erectus fue probablemente la primera especie en poseer habilidades básicas de cocina.
Dato curioso: ¡Los aye-ayes son los únicos primates que tienen incisivos que no paran de crecer! Los aye-ayes usan sus dientes frontales para cortar frutas duras y poder así comerlas y para hacer grietas en los árboles y poder así cazar los insectos que viven en ellos. Imagen de Frank Vassen