Al nacer nuestra cabeza es grande y tenemos muy poco vello corporal. A medida que crecemos, nuestros cerebros se hacen incluso mucho más grandes, y aprendemos a hablar y a caminar sobre dos pies. Pero aparte de estas características, no hay mucho que diferencie a los bebés humanos de los bebés chimpancés. Al estudiar a los humanos, las características que nos distinguen de otras especies pueden ser muy importantes.
Los científicos buscan en los fósiles estas características distintivas que tienen los humanos para poder identificar a nuestros antepasados. Cerebros grandes, herramientas complejas y bipedestación son algunas de estas características. Los estudiosos de la evolución humana solían pensar que todas estas características aparecieron al mismo tiempo. Pero al encontrar más y más fósiles se dieron cuenta de algo muy importante sobre nuestra evolución: que los cerebros grandes, la capacidad de hacer herramientas de piedra y la capacidad de caminar sobre dos pies evolucionaron por separado.
El último ancestro común de los humanos y chimpancés vivió entre hace unos seis a ocho millones de años. Los miembros de cualquier especie que evolucionó después de este último ancestro común, pero que están más relacionados con los humanos que con los chimpancés, se conoce como homininos.
El tamaño del cerebro comienza a aumentar sustancialmente en los miembros de nuestro propio género: Homo. Los científicos creen que existe un vínculo entre el tamaño del cerebro y que tan variable es el clima. La lógica es que vivir en un clima inestable hace que la vida sea impredecible. Cuando el clima es impredecible, la comida y el agua son más difíciles de encontrar. Puede llevar más tiempo y esfuerzo encontrarlos. Tener un cerebro grande les permite a los animales pensar en cómo abrirse exitosamente camino en la vida bajo condiciones impredecibles.
Hace unos dos millones de años, el clima comenzó a ser más variable de lo que había sido antes. Esta inestabilidad climática coincidió con el aumento del tamaño del cerebro en los primeros Homo. El tener cerebros más grandes permitió que las primeras especies de Homo sobrevivieran en entornos variables. Por ejemplo, cerebros más grandes pueden haber permitido que Homo haya sido un cazador o carroñero más estratégico.
El cuerpo de los primeros Homo también era más “humano” que el de los primeros homininos, permitiéndoles viajar y correr por largas distancias, tal vez logrando incluso vencer a sus presas por agotamiento. Los Homo tempranos tenían también herramientas de piedra más complejas que facilitaron la caza y procesamiento de animales.
La tendencia a la inestabilidad climática continuó desde 800,000 hasta 200,000 años atrás. La mayor variación climática de toda la historia humana ocurrió durante este tiempo, lo cual también coincidió con mayores incrementos en el tamaño del cerebro. Es durante este periodo que los cerebros alcanzan finalmente el tamaño que vemos en los humanos modernos. Una especie más tardía de Homo, el Neandertal, desarrolló cerebros que incluso excedían en tamaño al de los humanos modernos. Los neandertales están asociados con complejas herramientas de piedra, y fueron excelentes cazadores.
El crecimiento y mantenimiento del cerebro es costoso pues requiere de grandes cantidades de alimentos con alto contenido de energía. Para que nuestros antepasados desarrollaran cerebros más grandes fue necesario entonces el mayor consumo de alimentos con alto contenido de energía. Los científicos creen que la carne jugó un papel importante en la evolución de nuestro tamaño cerebral. La carne es rica en calorías y proteínas, convirtiéndola así en un alimento perfecto para “alimentar” nuestros cerebros. ¿Qué comida crees que contiene más proteínas y calorías: zanahorias crudas y apio o un filete de res con papas al horno?
El cocinar los alimentos podría haber sido otro factor importante en el aumento del tamaño del cerebro. Cocinar aumenta la cantidad de energía que se puede extraer de los alimentos. Los científicos creen que es cuando comenzamos a cocinar los alimentos que nuestros cerebros se hicieron más grandes y nuestros intestinos más pequeños. Cocinar los alimentos hace que el proceso de digestión sea más fácil para el cuerpo. Al necesitar menos tiempo para la digestión, nuestros intestinos se hicieron más pequeños. La energía que alguna vez se usó para el crecimiento y mantenimiento de los intestinos pasó a ser canalizada por el cerebro.
Si usas las redes sociales, puedes tener cientos de amigos en Facebook o seguidores en Twitter. Las redes sociales existen desde mucho antes que el internet. Una red social es un grupo de personas que interactúa. Puede consistir en amigos, familiares y otros miembros de la sociedad.
Los humanos somos animales muy sociales. Tener grandes redes sociales promueve la cooperación entre nosotros. La cooperación es parte de lo que nos hace humanos y nos permite vivir en grupos. Piensa en la cantidad de personas con las que interactúas a diario. Algunos días, probablemente perderás la cuenta de todas las personas con las que hablas.
Vivimos en grupos grandes e interactuamos con muchas personas, ya sean nuestros amigos o familiares. ¿Cómo hacemos un seguimiento de todas estas interacciones? Algunos científicos creen que un cerebro grande nos permite mantener esta red social tan grande. Si nos basamos en el tamaño de nuestro cerebro, nuestra red social principal debería constar de unas 150 personas. Más allá de este tamaño es difícil hacer el seguimiento de tantas interacciones. Diferentes estudios han confirmado que las personas generalmente tienen redes sociales de alrededor de 150 personas.
Los monos y simios interactúan con sólo de 10 a 20 individuos por día por lo que sus redes sociales son mucho más pequeñas. Un aumento en el tamaño del cerebro durante el proceso de evolución humana habría resultado en un aumento de las redes sociales de los homininos.. (2018, Aug 15). ¿Cuándo nuestros cerebros se hicieron grandes?. Retrieved , from https://askananthropologist.asu.edu/%C2%BFcu%C3%A1ndo-nuestros-cerebros-se-hicieron-grandes
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