La pierna de ciervo se cocina sobre el fuego abierto, ablandando los pedazos duros de grasa y haciendo crujiente la capa exterior de carne. Un miembro del grupo Homo saca la pierna del fuego y comienza a separar la carne. Ésta será una comida importante gracias a su gran cantidad de calorías y nutrientes. Cocinar alimentos libera nutrientes adicionales en muchos alimentos, incluida la carne. La capacidad de usar fuego para cocinar coincide con un aumento en el tamaño del cerebro en nuestros antepasados.
Restos fósiles de los primeros miembros de grupo Homo, género al que pertenecen también los humanos modernos, han sido encontrados en el este de África y datan de hace 2.8 millones de años. Estos homininos podrían haberse beneficiado de la carroña encontrada pero también haber cazado animales directamente. Como resultado, el consumo de carne del Homo fue mucho mayor que en los homininos más tempranos, lo que permitió a su vez que sus cerebros crecieran más. De hecho, vemos un ligero incremento en el tamaño del cerebro con la aparición del Homo si comparamos con el de los Australopithecus.
El tamaño del cerebro continuó aumentando con el tiempo de modo que las especies posteriores de los primeros Homo tenían incluso cerebros más grandes. Este aumento en el tamaño del cerebro coincide con la primera evidencia de la cocción de alimentos.
A medida que aumentaba el tamaño del cerebro, aumentaba también la complejidad de las herramientas de piedra. Estas herramientas podrían haberse usado para preparar los cuerpos de los animales cazados o encontrados como carroña y para el procesamiento de alimentos. Los cuerpos de los primeros Homo estaban además adaptados a los viajes de larga distancia. De hecho, una de las primeras especies del género Homo llamada Homo erectus fue la primera especie humana en migrar fuera de África y extenderse a otras partes del mundo. Sus cerebros grandes y su capacidad para fabricar herramientas habrían permitido esa migración.