El tamaño del cerebro tiene un fuerte efecto en los huesos de la cadera humana. La forma de los huesos de la cadera en los humanos es el resultado de la necesidad de caminar sobre dos piernas y dar a luz bebés de cerebro grande. 

Los humanos necesitan tener caderas estrechas para caminar sobre dos piernas, pero también necesitan caderas anchas para dar a luz a bebés con cerebros grandes. Este problema se conoce como el dilema obstétrico. 

El tamaño y la forma de la pelvis humana permite tanto el nacimiento de bebés de cerebros grandes como el caminar sobre dos piernas. Otros mamíferos no tienen este problema por dos razones. Primero, no son bípedos y pueden tener una pelvis más ancha. En segundo lugar, no dan a luz bebés de cerebro grande.

Para los humanos, caminar y correr con una pelvis estrecha es menos costoso (es decir, usa menos energía) que con una pelvis más ancha. Sin embargo, las mujeres deben tener una pelvis ancha para que la cabeza de un bebé pueda pasar por el canal de parto. De hecho, las caderas anchas pueden no ser lo suficientemente anchas como para que pase la cabeza grande que tienen los bebés humanos.

Afortunadamente, los huesos que forman la parte superior de la cabeza de un bebé no están fusionados al momento del nacimiento. Al pasar por el canal de parto, los huesos de la cabeza pueden superponerse entre sí sin romperse. Esta es la razón por la cual algunos bebés tienen cabezas con formas extrañas justo después del nacer. Dado que los huesos de la cabeza no están fusionados al nacer, la parte superior de la cabeza de los recién nacidos presenta una serie de espacios que se conocen como ‘puntos blandos’. Es peligroso tocar estos puntos. Los puntos blandos están cubiertos por piel y tejido conectivo. Aun así, el cerebro del bebé está justo debajo de estas capas y es vulnerable a cualquier daño. A medida que los bebés crecen, sus puntos blandos se convierten en hueso.